Lucía Galán es pediatra y autora de “Lo mejor de nuestras vidas”, un libro que sigue la estela de éxitos que ha cosechado con su premiado y reconocido blog Lucía, mi pediatra. Una bitácora que escribe, como ella dice, ‘desde la experiencia de mi profesión y la sensibilidad de mi maternidad’.
Lucía Galán es doctora, pero también es hija y madre. Son todos estos roles los que aportan una voz única a las anécdotas que narra sobre su experiencia en su consulta. Sus textos ayudan cada día a más madres y padres, que ven en sus páginas el reflejo de su día a día en la crianza de sus hijos.
Hemos hablado con Lucía para hacerle unas preguntas a raíz del éxito que está cosechando con su libro.
La verdad es que estas preguntas tendríamos que hacérselas a los miles de lectores que han comprado el libro y que visitan cada día el blog. Creo que hay una mezcla de ambas. Hasta hace unos pocos años existía una barrera infranqueable entre el médico y el paciente con la que yo nunca me he sentido identificada.
Pienso que las madres y los padres que me leen agradecen que nos bajemos de ese pedestal donde nos han colocado y hablemos de tú a tú. Yo soy pediatra, cierto, pero también soy madre y este sentimiento de la maternidad es universal independientemente de nuestra profesión. Todos sentimos cosas parecidas, siempre digo que los padres, las madres, celebramos las mismas alegrías y lloramos las mismas penas, los médicos también.
Y yo he decidido hablar sobre ello.
No fue una decisión premeditada ni hubo un plan de marketing detrás. Creo que fue a raíz de una experiencia vivida con mis hijos en la que me vieron llorar y esa noche tras acostarles escribí un artículo que se titulaba “Mamá también llora”.
Sin pensarlo dos veces y sin ni siquiera revisarlo, lo publiqué. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que en unos días se había vuelto viral con miles y miles de visitas, que el servidor de mi modesto blog se vino abajo y que me empezaron a llamar de todos los medios de comunicación para saber más de esta pediatra mamá que reconocía que no ocultaba las lágrimas delante de sus hijos.
Mi día tiene 24 horas como el del resto del mundo, pero es verdad que no ha sido fácil. El éxito vino de repente, sin buscarlo, en apenas unos meses mi apacible vida cambió de manera importante pero sentí que tenía que coger este tren, que no podía dejarlo escapar, que ahora que mis hijos eran un poco más mayores y más independientes… era mi momento. Y me lancé de lleno.
Tuve que dejar algunas cosas por el camino, rebajar mi ritmo de trabajo en el hospital y hacer una lista de prioridades. Tengo una familia maravillosa que me ha apoyado en todo momento, esto ha sido vital para mí: entre mis hijos y mi pareja desde Alicante, y mis padres y mi hermano desde Oviedo, haciendo todos los viajes que hiciera falta para cubrir “mis ausencias”, conseguimos sacar este grandísimo proyecto adelante y aquí seguimos creciendo y aprendiendo todos en este nuevo mundo. Porque para mí esto es nuevo. Porque aún me sonrojo y me entra la risa floja cuando me reconocen por la calle y se sacan una foto conmigo. Por lo demás todo sigue igual, acompaño a mis hijos al cole todas las mañanas, atiendo a mis pacientes en la consulta, preparo meriendas por las tardes y escribo, escribo a cada ratito que tenga libre.
He aprendido a optimizar muchísimo mi tiempo.
El exceso de información desinforma. Esto es lo que ocurre. En internet no todo vale, tampoco en los medios de comunicación de prensa escrita ni siquiera en televisión. No todo vale.
Por tanto, hemos dejado a un lado nuestro sentido común, nuestro instinto de madre y de padre y hacemos más caso a un artículo que hemos leído de no sé qué señor que vende no sé qué hierbas que lo que nos dice la evidencia científica. Le damos más credibilidad a los consejos de la vecina con la mejor de sus intenciones, o a las experiencias de nuestro compañero de trabajo, que a lo que nos aconseja el médico.
Tener información es maravilloso y tenerla a golpe de click más aún, pero ha de ser información de calidad.
No están preparados. Nadie les enseña. Sería interesantísimo dar clases de Primeros Auxilios a padres antes de iniciarse en esta aventura pero parece que no toca ¿no?. Estás embarazada al fin, lo vives con tanta ilusión y amor que hablar de accidentes no es lo que más apetece y lo comprendo. Pero quizá en las escuelas se podrían organizar de una forma más amplia talleres y formación para padres y maestros. Sería una iniciativa estupenda.
Sin ninguna duda. Soy mejor pediatra desde que soy madre. Y este blog, este libro y esta entrevista no se hubiesen hecho realidad si no llega a ser por vosotros. La cantidad de cariño que recibo de todos mis lectores es lo que me anima a seguir escribiendo, a seguir sintiendo de esta forma y a seguir compartiendo. Son más de 150 mensajes al día los que recibo a través de las redes… ¡Eso da para mucho!
Creo firmemente que el pediatra puede ayudar a las familias en ese viaje y no solo puede, sino que debe. Ten en cuenta que pasamos 14 años con ellos. Con muchas de estas familias traspasamos lo estrictamente profesional y compartimos trocitos de nuestras vidas. Es un vínculo precioso e intenso el que se establece con los pacientes, y entre las docenas y docenas de visitas. ¿Cómo no vamos a hablar de emociones?
No concibo mi trabajo si no es hablando de emociones: el postparto, las dificultades de los inicios, la gestión de la culpa en la incorporación del trabajo, el miedo cuando sus hijos enferman, el inicio del colegio, la retirada del chupete, de los pañales, sus primeras rabietas, los conflictos familiares, divorcios, separaciones, adolescencia…
Los padres van preguntando a medida que los problemas van surgiendo y al primer profesional al que preguntan es a su pediatra. Hablamos, compartimos, hacemos ejercicios o recomiendo libros y pautas a seguir. Sí, depende de cada caso.
Si el problema es importante y el pediatra considera que el niño o la familia podría beneficiarse de otro tipo de apoyo más especializado los derivamos a los especialistas que correspondan (psicólogos, psiquiatras…) como hacemos con cualquier otra especialidad (cardiología, endocrinología, digestivo…).
De entrada les digo que si hay algo que les preocupa de verdad que me lo pregunten a mí primero, que yo trataré de explicárselo o de ofrecerles fuentes fiables. Es difícil para una persona ajena a nuestra profesión diferenciar una fuente fiable de la que no lo es.
Yo no sé si sería capaz de hacerlo con blogs de economía o de arquitectura. Pero de entrada les aconsejaría que antes de nada se informaran de quién escribe lo que están leyendo. Las fuentes anónimas evidentemente no tienen ningún valor. Autores que “cargan” contra la medicina tradicional ofreciendo además en su blog “el producto o la consulta milagrosa” que les curará pues evidentemente tampoco.
Entre la bibliografía de los buenos blogs pediátricos se encuentran como una constante la OMS, la Asociación Española de Pediatría, la Asociación Americana de Pediatría, el Comité Asesor de Vacunas, el Ministerio de Sanidad, revistas científicas como Anales Españoles de Pediatría, Pediatrics, En Familia de la Asociación Española de Pediatría, etc.
Hay muchos y muy buenos. Esta es una pregunta trampa porque seguro que se me olvida alguno y quedo fatal con algún colega. Entre los que más consulto está:
Evidencias en pediatría, El Comité Asesor de Vacunas tiene una sección para padres magnífica, www.neuropediatra.org, Diario de una mamá pediatra, www.gloriacolli-pediatra.com, El médico de mi hijo, Pantomaka, Mi reino por un caballo, Un fonendo en Villamocos, Pepepedia, El blog del pediatra, Pediatra de urgencias, Tú eliges lo que comes y es probable que me deje alguno más.
¡Gracias! Ya está corregido
Excelente entrevista. El enlace del Blog del Pediatra que cita Lucía no es el correcto. El enlace sería éste: http://pediatragabiruiz.com/